jueves, 7 de agosto de 2014

Entre escritores, Entreescritores.com

Hace veinte, treinta años, no sucedía esto. Hace treinta años podías tener tu oportunidad. Los que escribían algo bueno, en novela, poesía, ensayo, relatos infantiles... Cualquiera de las variedades que ofrece y ha ofrecido siempre la literatura valía para que te hicieras un hueco. Cierto que no todos podemos aspirar a ser un Cela, un Reverte (cuando escribe algo que es suyo) o los que hoy serían el ejemplo a seguir por todos, Zafón, por la libertad que tiene para tomarse su tiempo para escribir sin una fecha de entrega y Julia Navarro, tan de moda en nuestros días.


Pero hoy ya no es así. Estudiantes de literatura, y licenciados en literatura, los ha habido siempre. No deja de ser una carrera universitaria relativamente sencilla, aburrida para algunos, inútil para la mayoría y que en el peor de los casos solo te sirve para que, al escuchar el nombre de un libro, tardes décimas de segundo en relacionarlo con un nombre de autor. A nadie le interesa, hoy en día, saber que unas anotaciones en los márgenes de las latinas Glosas Emilianenses, escritas en una lengua distinta, varias en realidad y más dialectos que lenguas, son consideradas como la primera manifestación escrita del castellano. Incluso hay una nueva tendencia que pone en entredicho esta afirmación y la atribuyen a los Cartularios de Valpuesta. Si se trata de filólogos con treinta años de servicio, todos quieren tener razón. Pero de todo ello se extrae una conclusión: ¿A alguien le importa? Parece que solo a nosotros. Y si estudias Filología para ser profesor de Lengua, ni siquiera eso.


Pero volvamos al panorama actual. El panorama actual se resume en lo que ya he comentado anteriormente: nadie publica a un escritor que se llama José García o María Pérez. ¿Quién es el tal José García? ¿Por qué tiene un nombre tan común, que no vulgar? ¿Quién diablos va a leer la novela firmada por semejante nombre? Y yo, que me llamo Jorge Fernández, pues lo mismo, que si quieres arroz.


Por eso, hoy en día, entre los millones de personas que se han puesto a escribir porque no hay trabajo de lo suyo y los que pueden escribir porque han recibido la formación necesaria para ello y es su vocación, somos legión. Y a una legión no se le puede dar de comer si no tienes una cocina poderosa, dotada de muchos cocineros y de mucha comida. La analogía es evidente. Los cocineros son las editoriales y la comida las obras literarias. Por eso se agradece cualquier contribución para que los que escribimos casi de una manera anónima, dispongamos de vehículos para promocionarnos.


Hay unos cuantos ejemplos en internet, pero me quiero fijar en uno concreto. El modelo es innovador y el equipo de trabajo excelente. Me refiero a la plataforma de autopublicación www.entreescritores.com. Todo nace para convertirse en un negocio, pero a unas se les distingue más que a otras. Unas se limitan a albergar tus contenidos y permitir que agentes y editoriales accedan a su página para empezar a leer y valorar lo que tienen delante. Entreescritores va mucho más allá. Se les podría definir como dinámicos. Un ejemplo de gente, joven o no, ya que en este mundo esa condición no es una virtud, cuya principal característica es la lluvia de ideas. Es sentarse en la mesa de un despacho o por cualquier otro medio y pasarse las veinticuatro horas del día pensado: "¿Cómo podemos mejorar nuestra plataforma?" "¿Qué ideas podemos añadir para ayudar a nuestros escritores que desean publicar?"


Obviamente, muchos de los que se apuntan no alcanzan el sueño de publicar y ganar dinero. Muchos escriben porque les sale de dentro, y es bueno reflejar en las letras lo que pasa por tu corazón, por tu alma, y no deseas que se quede en un sentimiento anónimo, en unas sensaciones que nunca pasarán de meros pensamientos. Todo el mundo tiene derecho a escribir y todo el mundo tiene derecho a publicar. Con este equipo de Entreescritores publicas, y como mínimo, te emocionas al comprobar que eso que te ha llevado seis meses plasmar en el ordenador, consiguiendo un conjunto de ideas coherentes llamadas novela, ensayo o poesía, se ha plasmado en algo real y tangible y otras personas pueden acceder a lo que has publicado y, a partir de ahí, se ejerce el riguroso derecho personal de querer seguir leyendo después del primer capítulo o buscar un relato que te atraiga más.


A eso se dedican este equipo de personas llenas de buenas intenciones, con una plataforma sencilla y fácil de entender incluso para los que saben lo justo de informática y, por supuesto, con un servicio de atención al usuario que no es de sobresaliente. Es de los que rayan y superan la excelencia. A menudo llegas a pensar que solo vale la pena seguir esforzándote cada día en escribir una página más de esa idea tan genial que has tenido porque sabes que allí tienes a un grupo de personas que te apoyan en la medida de sus posibilidades.


Por ello agradezco especialmente a Sehila, mujer que combina dos virtudes que no suelen irse de copas juntas, la juventud y la paciencia, toda la atención prestada. Sin duda se trata de una profesional que llegará lejos. Cimas más altas alcanzarás.


Podéis visitar su web y registraros. Con una cuenta de Facebook es suficiente, y a partir de ahí, tienes todo tipo de géneros entre donde elegir. Y por supuesto, tres de mis novelas: Las treinta y siete de Andrés García, La residencia y Dos vírgenes y un profesor de inglés.


La URL es www.entreescritores.com.

1 comentario:

  1. Muchas gracias pot tu mención Jorge, seguro que te encuentras con las buenas críticas que te mereces en tu nueva obra.
    Un saludo!

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